Este viaje llega a su fin… En el blog! En la vida real hace tiempo que c’est fini. Pero el recuerdo de nuestra aventura por Islandia durará siempre. Llegamos al décimo día, nuestro último día en Invernalia. Lo pasamos recorriendo Reikiavik, disfrutando de sus tiendas y sus cafés. ¡Aquí van algunas recomendaciones!
Mientras estamos de paseo por Francia (podéis ver un adelanto por mi Instagram) vuelvo a los posts de nuestro viaje a Islandia. Solo me quedan dos días para acabar la historia de nuestra aventura por el norte.
Retomo mis paseos por Islandia!! No me puedo creer que ya haya pasado tanto tiempo desde que estuvimos allí!! El octavo día tenía dos objetivos: primero llegar a Reikiavik, donde pasaríamos las últimas dos noches, y, segundo, bañarnos, por fin, en las aguas de azufre de Blue Lagoon.
Vuelvo de nuevo a mis post de Islandia y a nuestra ruta de diez días por la isla. Lo había dejado en la noche de nuestro sexto día, en el Rivel Hotel, en la zona de Hella, en el sur del país. Y allí fue donde amanecimos nuestro séptimo día. Después de tomar un par de cafés (creo que sin tres no soy persona) nos pusimos en marcha.
Sería imposible quedarme con una sola cosa de Reikivik. De la capital de Islandia me gustó todo: sus calles con casas de color pastel; lo cool que eran todos sus cafés; lo ricos que estaban sus pasteles; sus perritos calientes callejeros y sus tiendas de estilo nórdico. Reikiavik es pequeña, cómo os contaba en este post, pero muy acogedora. Y que mejor forma que descubrirla recorriéndola a pie.
El sexto día en Islandia me levanté como una niña pequeña. Estaba muy emocionada porque iba ver glaciares por todas partes. En concreto uno, los que desembocan en la laguna de Jokulsarlón, uno de los más famosos de Islandia. Esa noche habíamos dormido en Lilja Guest House, en el sureste de la isla.
Uno de los planes que más ilusión me hacía en Islandia era el de bañarme en Blue Lagoon. Lo había visto en un montón de fotos y en muchos reportajes en la tele. Tenía curiosidad por saber qué se sentía al bañarse en el agua azul llena de azufre símbolo de la isla. Y la experiencia no pudo ser mejor!!!!
Hoy vuelvo a Islandia para enseñaros un poquito de su capital. Reikiavik es pequeña, pero muy molona. Me encantaron sus casas de colores y sus calles llenas de arte. Hay grafitis y carteles de conciertos (muy heavy metal) por todas partes.
Me gusta viajar con maleta de mano. Es más rápido, cómodo y te evitas la preocupación de si acabará extraviada en cualquier aeropuerto en las escalas. Y mi reto para los diez días que pasamos en Islandia era conseguir guardar todo lo necesario en una maleta de mano y una mochila
Tenía muchas ganas de trepar por las columnas de basalto de Reynisfjara, en la costa negra de Vik, al sur de Islandia. ¡Y lo conseguí!! Aunque por mi seguridad solo subí unos peldaños de piedra, los más pegados a la arena, fueron suficientes para sentirme como “the kind of the North” en “Juego de Tronos”.
Otro nuevo día en Islandia!!! Estábamos tan cansados de las emociones y el viaje del día anterior (podéis leerlo aquí) que nos levantamos un poco más tarde de lo habitual. Esa noche nos quedamos en Draflastadir Guesthouse, un sitio muy chulo y muy cómodo cerca de Akureyri.
Este vestido rojo de rayas tan bonito que llevé al desfile de Monforte Monumental, en la Ribeira Sacra, se vino también en la maleta de Islandia. No sabía muy bien qué uso le iba a dar, si iba a hacer mucho frío o no. Lo que sí tenía claro es que iba a quedar espectacular con la inmensa playa de arena negra de Reynisfjara.
Todos los días que estuvimos en Islandia fueron especiales. Pero no sé por qué, este aún más. Lo recuerdo con mucha emoción. Puede que fuese por las foquitas que vimos en directo disfrutando en libertad.
¡¡¡Bienvenidos a mi casita por un día!!! Esta preciosa cabaña con forma de triángulo fue uno de nuestros alojamientos en Islandia. La cabaña está acompañada de otras hermanitas de madera. Juntas forman las Skipalaekur Cottages, en Egilsstadir, en el este de la isla. Están justo enfrente al lago Lagarfljót,
Objetivo del segundo día en Islandia: fotografíar todos los caballos de la isla 😉 y recorrer la península de Snaefellsnes, una de las zonas más bonitas del país. Después de cargar pilas en el hotel Á y de escalar las columnas de basalto de Gerduberg, nos adentramos en el oeste con la boca abierta con nuestro pequeño Golf. A la derecha,
Lo último que se me ocurriría pensar que encontraría en Islandia son mosquitos. El lago de Myvatn está lleno de ellos. De ahí su nombre: “myvatn” significa lago de moscas enanas. Pequeños mosquitos que hacen todavía más surrealista este lugar. El lago del norte de la isla parece un escenario de una película de James Camaron.
Cuando viajamos siempre hay un sitio, pueblo o ciudad que nos roba el corazón. Nos pasó el año pasado con Bluff, en Utah, y ahora, en Islandia, con Akureyri. La ciudad del norte de la isla es uno de los sitios más cuquis del país. Allí vimos la puesta de sol más increíble del mundo (que os enseñaré dentro de unos días en otro post)
3.358. Esos son los kilómetros que hicimos en Islandia. Diez días para recorrer la isla en círculo. Islandia solo tiene una carretera principal, la Ring Road, que da la vuelta a la toda la isla. Puedes recorrerla en el sentido de las agujas del reloj, como hicimos nosotros, empezando por el oeste,
“Las cosas hermosas no buscan llamar la atención”. Esta frase de la película “La vida secreta de Walter Mitty” podría resumir lo que pasa cuando uno recorre Islandia. La tierra de hielo y fuego es un espectáculo para los ojos, pero sin pretenderlo. Allí sucede todo lo imaginable en solo unos segundos: volcanes entre glaciares, tierra que echa humo, campos de lava, paisajes lunares, playas de hielo, cascadas infinitas…